NIEBLA INTERIOR

NIEBLA INTERIOR
Todos buscamos de una u otra manera que se disipe

domingo, 10 de julio de 2011

Anduve tanto, que hasta encontre zíngaros felices














Hasta donde hay que andar para encontrar a alguien errante y que sea feliz, si el mismo sentido de errar, es sinónimo de búsqueda y de anhelo inalcanzado.
En que prodigioso reino debe encontrarse este lugar, en donde hasta los ansiosos son felices.
El titulo, es en realidad el de una película de arte y ensayo, que narra los equilibrios que hacían para vivir en la época comunista, los gitanos de Yugoeslavia. Pero todos tenemos algo de zíngaro, aunque aparentemente, la actual libertad de decidir nos inunde la vida.
Benditas noches y excitantes sesiones cinéfilas, en las que aparte de que podíamos ver escenas censuradas y muy “fuertes” para su tiempo, luego, los que nos creíamos inteligentes y superiores, nos daban las cinco y pico de la madrugada, discutiendo sobre las elucubraciones paramétricas de la película.


Canta vagabundo

tus miserias por el mundo

que tu canción quizá

el viento llevará

hasta la aldea donde tu amor está.


(El alma de Dios. Zarzuela)


¿Existen estas dos cosas, juntas? El lugar y el amor unidos? Es una quimera. Una quimera como los razonamientos intelectuales de nuestra primera juventud.
Los años muestran la cruda realidad de lo inalcanzable de algunos sueños, pero a la vez enseñan con más fuerza si cabe, que el sueño si que existe en una dimensión oculta.
Porqué no nacemos y vivimos en esta dimensión secreta y así no tendríamos necesidad de creer en otros lugares ni en paraísos escondidos? Cuanto más complejo e inteligente es el ser humano, más difícil le resulta ser feliz.
Cuesta razonar un sentimiento, cuesta analizar el amor, sin embargo es fácil definir y aceptar la pasión. No obstante la pasión se apaga, quizás consumida por sus propias llamas. Pero quedan las cenizas y aquí sí que hay un rayo de esperanza.
Las cenizas fundidas a miles de grados cristalizan en un diamante, cuyos reflejos cromáticos pueden ser el recuerdo y acaso la pervivencia del deseo consumado y consumido.
Me atenaza una duda atroz. Tal vez el camino que deba emprender sea desandar la senda caminada. Pero no voy a hacerlo, porque allí no encontraría a mis zíngaros felices.