Gustavo Adolfo Becquer
Romántico entre los románticos, enamorado entre los enamorados. Su pasión era enfermiza, pero hay un pensamiento que me angustia. Estaba realmente enfermo. Enfermo de tuberculosis. Dicen que esta dolencia afecta al estado anímico de las personas y potencia sus sentimientos. Será que para amar insensatamente (bendita situación) hay que estar enfermo. Gustavo Adolfo lo estaba y siempre perseguía algo impalpable. Se enamoraba de un rayo de luna o de una sombra, creyendo que era una mujer, y sufría cuando se desvanecía. Que real es Becquer… cuantas sombras y luces se desvanecen continuamente de nuestra alma. Son amores imaginarios y perdidos, no por ello menos reales que los demás. Es energía que emana del corazón. Los sabios nos dicen que la energía no se pierde, simplemente se transforma. Pienso que todos estos sentimientos un día catalizarán en algo palpable y nos sanaran de este continuo buscar y no hallar.