NIEBLA INTERIOR

NIEBLA INTERIOR
Todos buscamos de una u otra manera que se disipe

miércoles, 10 de agosto de 2011

Ciertas noches de verano...

Jazz en la semioscuridad de una densa noche de verano. El aire inmóvil casi puede cortarse. Solamente lo cercena la cálida voz de una cantante de cristal, que parece que va a quebrarse por las vibraciones del contrabajo; dejar pasar el tiempo sin pensar y sin sentir. Solo estar, solo ser, solo percibir.
Aleluya de Leonard Cohen desgranado en cortas y rítmicas notas de jazz. Se crea complicidad con la música en estado puro. Es una comunión de almas heterogéneas que se homogeneízan con la música. Es quizás cuando todos se hacen cómplices de todos. Hay comunicación. También aislamiento, pero aislamiento compartido.
No puedo evitar pensar que la noche se terminara pronto y vendrá el luminoso día, que implacablemente me devolverá a la realidad. Las cosas se ven demasiado claras con la luz del sol. No hay misterio. No hay magia. No hay sueños ni ensueños.
Para los soñadores el sol es un adversario temible. Nos hace ver la vida tal como es y no como nosotros quisiéramos que fuese. Contrariamente, la noche es un lienzo negro en el que no se puede dibujar, solo imaginar nuestras utopías. No se ven, pero están allí aun más vivas que en la realidad diurna.
En otro atardecer de un día de celebración, con los cuerpos saturados de todo y desperdigados por el húmedo y herboso terreno, de repente suena música y una canción improvisada. Señal inequívoca que se acerca la noche. Ne me quitte pas de Jaques Brel. No me dejes... dice el cantante. ¿Cómo se puede dejar a alguien a la hora del crepúsculo, si posiblemente la noche lo devuelva con más fuerza?
Me gusta sentirme aislado de la multitud en ciertos momentos. Percibo que contaminarían mis pensamientos. Desconectado y creando mi mundo me siento bien. Estos únicos instantes solo me los puede conceder la noche.
Otra vez la semioscuridad con sus sensaciones perturbadoras. Lo son porque las creamos con nuestros sentimientos y la responsabilidad solamente es nuestra. Luego llega el día y juzga nuestros sueños.
Una antigua hacienda de un indiano, (nombre que recibían los españoles que hacían fortuna allende los mares, y que luego la dilapidaban aquí construyendo un mundo como el de alla) en una noche de agosto. Marco incomparable para imaginar hasta el infinito. Montserrat Caballé cantando Torna a Surriento sin micrófono y solamente un pianista.
Aquí los sensaciones se disparan. Un tropel de caballos desbocados que con su estampida te llevan hasta los confines de la locura. No existe nada ni nadie. Solo el firmamento. Nunca nadie ha necesitado menos que yo en aquellos momentos. Era vivir en sí. Era vida en estado simple.
Si pudiera ser algo inmaterial escogería ser música en una cálida y eterna noche de verano.
Mi amigo Gabriel y Galán ya me advertía que ciertas noches hacían de oro las almas.


Estiu 2011
Valls
(La Verneda)
Masmolets
(Masia de la Rosalia)
Cambrils (Parc Samà)

1 comentario:

esperanza dijo...

No en vano Gabriel y Galán conocía los cielos estrellados extremeños, con sus lluvias de estrellas fugaces.
Dejar pasar el tiempo, siendo, sintiendo...
Saludos estivales.