EXTERIORMENTE IGUALES
INTERIORMENTE DIFERENTES
Uno de los personajes de Mafalda más comprendidos por mi era Felipe. Felipito para sus amigos, aunque debería llamarse don Felipe, por su gran madurez infantil. Tal era su conocimiento, que ya era auto exigente en su niñez. Pobre Felipe. La que le esperaba en su existencia. Padecía continuamente por las cosas que debía hacer y no hacia. Estaba en continua confrontación consigo mismo. En un momento determinado llego a decir en el colmo de su clarividencia. “Porque justo a mí, me ha tocado ser como yo”. Demoledora reflexión (la cual he hecho mía) que puede condicionar la manera de actuar, en toda la vida de una persona (yo en primera fila)
Porque aunque no lo queramos comprender, en realidad somos dos en uno. Si fuésemos una sola persona en un solo pensamiento, lo que no hiciéramos o lo hiciéramos mal, no nos lo reprocharíamos. Somos la conciencia y la persona. Parece una simpleza, pero una no tiene nada que ver con la otra. La persona propone y actúa (o no) y la conciencia enjuicia y reprocha.
Como acallar a esta incómoda voz ? Si lo supiera no escribiría estas palabras. Leí que era algo orgánico y somático. Tiene mucho que ver con las pulsaciones y con la actividad cerebral.
Una persona totalmente racional, que a través del tablero de mandos de su cerebro, pudiera dominar el resto del organismo, podríamos decir que sería tecnológicamente feliz. Una felicidad matemática. Sin sentimientos que le hicieran dudar y sufrir…vaya que digo, sin sentimientos…y feliz ? Que duda…bueno ya empezamos otra vez. Porque justo a mí, me ha tocado ser como yo?.
En realidad esta reflexión se la podría hacer también, una amiga mía de la noche, que se propone continuamente reducir horas oscuras pero amenas, y cambiarlas por horas de luz, ordenadas y metódicas.
1 comentario:
¡Eres buen abridor de libros, querido amigo! Tanto de los propios como de los prestados o sacados de la biblioteca.
Tremenda paradoja, nos lamentamos de que nos haya tocado ser como "nos", pero al mismo tiempo, nos sentimos afortunados por ello.Maravillosa dualidad al fín y al cabo. Encantada de compartir, ya sabes, las horas de ciberluz, y de trangredir las normas de nuestras conciencias,una convettida en juez y la otra en fiscal, que si no juzgan tendrán que hacerlo por nocturnidad y alevosía. ¡Y, si nos encarcelan, esperemos que haya wiffi!
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