
Podrían decirse tantas palabras sobre estas dos imágenes. Tantas como para llenar el mismo océano. Aunque lo único que cuenta es el espacio de tiempo transcurrido entre ellas. Una vida, toda una vida.
Pero una vida única e irrepetible, personal e intransferible (dichosos formalismos) . Quizás compartida, quizás entregada, quizás robada, pero siempre vivida e irrepetible. Ni un solo momento de ella regresara. Es como si estas olas fueran borrando cada instante pasado… y en verdad que lo hacen.
No podemos poner muros al mar, lo que si que podemos conseguir , es que el mar arrebate nuestros instantes sin arrepentirnos de haber vivido ninguno de ellos, en tanto esperamos a la gran ola que nos lleve con ella.
1 comentario:
Sería bonito que la última vivencia fuese setirse arrastrado por una ola, en un mar en calma, cálido; a la hora del ocaso. Una playa misteriosa, acariciadora; colores anaranjados, apartando el dolor y adormeciendo los sentidos.
Sería bueno que aprendiéramos a entregarle al mar todos nuestros momentos, soltarlos sin más y que los arrastre lejos, permitiendo en todo caso que la suave brisa de los recuerdos gratos, nos arranque alguna sonrisa de vez en cuando.
Nos haces pensar y sentir. Felicidades.
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